8 de febrero de 2010

Ella tiene quince primaveras, pocas mentiras que contar, dos pendientes de primero y aún no ha visto el mar. Mientras lo espera sobre la acera, se derrumba el mundo.
Él tiene dieciseis agostos y una nube que robó, y versos de Extremo duro volando en la habitación. Mientras la sueña copia un poema que luego hará suyo.
Y como cada tarde, la ciudad se detiene en el instante en el que él la pasa a recoger.
- "¿Qué tal en clase?". "Llegaste tarde".
- "No me riñas, ven".
Y ella aprieta contra el pecho la carpeta, y en el cielo anémonas de humo, antenas de coral.
- "Si quieres, mi vida, te rapto yo un día, te llevo a ver el mar".
Una tarde como otra cualquiera él la pasará a buscar con el alma en un pañuelo, con el coche de papá.
- "Sube al barco, niña. Ésta es la huida que te prometí".
Ojalá que tengan suerte, tal y como lo soñamos, y al paraíso les lleve la Nacional 4.
- "Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?" "Será que soy feliz".
Y nada más pasar Despeñaperros se les echa encima el sueño y las ganas de compartir sudores.
- "Paro y nos dormimos".
Fuera queda el frio con la oscura noche.
Al rato, el coche queda lleno de vahos y de vuelos, en playas infinitas, carretera sin fin. Arenas desiertas, mil atardeceres que acaban en ti.
[. . .]
Le asalta la duda de estar viva y recuerda alguna huida cuando aún no sabía mentir.
- "Amor, ¿por qué lloras? ¿Qué es lo que te pasa?" "Será que soy feliz".









(Nota: Sì, lo sè, se puede ver a Kms de distancia que ÈSTA canciòn, me atonta (mal))

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