Cuando miro el reloj y son las cuatro, y acabo la planilla.
Y pienso diez minutos, estiro las piernas como todas las tardes.
Y hago asì, con los hombros para aflojar la espalda,me doblo los dedos y les saco mentiras.
Podrìas acercarte de sorpresa y decirme "¿Qué tal?", y quedarìamos yo con la mancha roja de tus labios, tù con el tizne azul de mi carbònico.
(Nota: demasiado explìcito como para andar dando tantas vueltas y explicando, ¿no les parece?)
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